Alumbrado Conectado Adaptativo

Lunes, 30 Octubre, 2017
¿Te has preguntado alguna vez lo que el alumbrado público puede hacer por ti? Puede parecer una pregunta retórica o incluso muy poco precisa, pero si nos paramos a pensar un momento vemos el papel que juega la iluminación en el proceso evolutivo de nuestras ciudades y en nuestra cotidianeidad. La luz hace los entornos urbanos más habitables para las personas. Los que vivimos en países desarrollados obviamos a veces lo importantes que son algunos de los servicios que disfrutamos, y un buen ejemplo de ello es el alumbrado público.

Cuando acaba nuestra jornada laboral o de ocio, bien entrada la noche, nos sentimos seguros y cómodos bajo la iluminación artificial que alumbra nuestras calles y carreteras. En este momento nos costaría imaginar cómo sería nuestra vida tras la puesta de sol si no contáramos con este servicio básico, sin darnos cuenta de que este servicio no es tan antiguo, ya que cuenta con poco más de un par de siglos de vida en las ciudades pioneras y apenas unas decenas de años en muchos municipios rurales españoles.

La iluminación en realidad es más que un servicio, es una base de desarrollo evolutivo que acompaña al crecimiento de las ciudades y la sociabilización de los entornos. Una evolución a demanda.

Gracias a la luz artificial, en sus diversas formas y tecnologías, podemos prolongar nuestras jornadas de trabajo, incrementando nuestra productividad más allá de las horas diurnas; aumentamos la seguridad tanto de las personas como de los bienes; podemos disfrutar del ocio, promoviendo y prolongando la vida nocturna; resaltamos la belleza de nuestras ciudades y monumentos, etc.

Solamente cuando se experimenta la ausencia del alumbrado uno es capaz de darse cuenta de lo extraordinariamente importante que es para las sociedades urbanas, el tremendo impacto que puede llegar a tener, y lo pequeño y desamparado que se puede sentir el ser humano urbanita sin él.

Si lo llevamos a reflexión, ¿por qué muchas veces no se le da la importancia que merece, y se abandonan criterios técnicos y de calidad cuando se trata de priorizar en ahorros de costes a la hora de adquirir nuevo material? O lo que es más grave, sin considerar previamente los estudios técnicos del proyecto para analizar cuáles son las deficiencias a subsanar o la demanda real del servicio a satisfacer en cada caso, con vistas a las necesidades cambiantes que el futuro impondrá.

En efecto, el alumbrado urbano hace ya muchas cosas por nosotros, pero de la mano de la tecnología, en los albores de siglo XXI, está en condiciones de ofrecernos mucho más. La tecnología de iluminación evoluciona a gran velocidad, ofreciéndonos la posibilidad de ir más allá de la simple capacidad de ver y ser visto. Nos ofrece la posibilidad de mirar y admirar todo nuestro entorno urbano, interactuando con el mismo para mejorar nuestra experiencia, aumentando nuestros niveles de confort y seguridad sin tener que impactar directamente contra nuestra economía doméstica.

El nuevo alumbrado nos ayuda a convivir en un entorno más sostenible, acentuando la oscuridad del cielo nocturno para admirar su inmensidad como envolvente de nuestro mundo, en permanente adaptación a las continuas transformaciones que vivimos.

Y esa es la clave de todo, la adaptabilidad. Hoy por hoy, gracias a los avances tecnológicos en generación y control de la luz, así como en la adquisición, transporte y procesado de la información, la industria de la iluminación está ya en condiciones de proporcionar al ciudadano un alumbrado público no solo de mejor calidad y mucha mayor eficiencia, sino uno que pueda ser modulado de acuerdo a la demanda dando una respuesta diferenciada a ésta.

Esta adaptabilidad se consigue gracias a la conectividad y al tratamiento de datos provenientes de la instalación de alumbrado, pero también proveniente de otros servicios urbanos o incluso de los mismos ciudadanos interaccionando con la instalación.

Este nuevo alumbrado ya es una realidad, y veremos su implantación creciente en los próximos años, impulsado por la mayor concienciación de sostenibilidad energética y medioambiental, así como de la mayor necesidad por parte de la población de soluciones particularizadas a problemas o demandas diversas.

En este sentido, la UE ha impulsado tendencias que van mucho más allá de la mera eficiencia energética y que se encaminan hacia el Human Centric Lighting. Un concepto de iluminación centrado en el ser humano y adaptado siempre a las necesidades de las personas con el objetivo de alcanzar un mayor rendimiento y bienestar para los usuarios.

Estas nuevas directrices de la Unión Europea irán ligadas a una política de ayudas para la renovación de alumbrado, como por ejemplo las del IDAE, que otorga ayudas a la renovación de alumbrado público.

Pero, más allá de los incentivos públicos, no olvidemos que nuestro objetivo como industria y el objetivo de los gestores públicos o privados del servicio de alumbrado debe ser el compromiso con la calidad, la fiabilidad, la eficiencia tanto económica como energética y, sobre todo, el pensar en el ciudadano y sus necesidades cuando se planifique y ejecute un proyecto de alumbrado.

Si miramos al futuro, y de acuerdo con la visión de la Unión Europea, tenemos que pensar ya mucho más allá de lo meramente relacionado con la iluminación y pensar en que el mundo al que nos dirigimos va a estar dominado por la sensorización, la digitalización, el tratamiento de los datos y su intercambio en la nube dentro de un entorno o ecosistema de Internet de las cosas, donde gran cantidad de objetos están conectados entre sí. En este entorno, ya no tan futurista, la iluminación en general y el alumbrado en particular va a jugar un papel destacado proporcionando una plataforma adecuada para la adquisición (sensores) de los datos, su transporte (redes de comunicaciones) así como su interacción con las personas y objetos (aplicaciones y funcionalidades).

Para adecuarnos a este futuro que se encuentra a las puertas es importante valorar qué soluciones tecnológicas incorporamos en nuestros municipios, que no solo nos den respuesta a las demandas de hoy, sino que también puedan hacerlo a las del futuro. Hay que recordar que las transformaciones tecnológicas están sucediendo cada vez con mayor celeridad y afectando a todos los ámbitos.

El alumbrado público no va a ser un excepción y, tras décadas sin apenas cambios, en pocos lustros hemos visto la irrupción de la electrónica en las luminarias, después la radical transformación de la fuente de luz al LED, la aparición de los dispositivos regulables y después programables, y ahora la conectividad y la gestión remota.

Nuestra visión es que esta transformación continua ha llegado para quedarse, y solamente incorporando inteligencia y conectividad en las luminarias seremos capaces de ir actualizando sus prestaciones y funcionalidades de acuerdo con las necesidades en cada momento y con la disponibilidad tecnológica para ello. Nos movemos hacia un concepto donde la luminaria es un nodo de servicios, uno de los cuales es el alumbrado, quizás el fundamental, pero no será el único y tenemos que estar preparados para lo que el alumbrado va a hacer por nosotros hoy, pero también lo que va a poder ofrecernos mañana.

Arturo Rubio Dobón
Responsable de Desarrollo de Negocio
División de Sistemas Inteligentes

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